14 mayo 2008

Villena, 12 y 13 de abril del años 512...

DIARIO DIGITAL INDEPENDIENTE DE VILLENA

Miercoles, 30 de Abril de 2008

La vieja bruja lanzó los huesos sobre la mesa… el muchacho quiso adivinar en su desdentada mueca qué le deparaba el destino…

A medida que se acercaba al castillo se sentía más y más intranquilo. Aquella majestuosa fortaleza había alimentado y protegido muchos años atrás a toda la comarca. Ahora, a pesar de que sus muros no habían sufrido grandes daños, sus cabañas deshabitadas y sus puertas destrozadas parecían indicar que los atacantes habían conseguido entrar sin mucha dificultad. Cruzó el gran puente de madera que discurría sobre un foso maloliente y se deslizó hasta el patio de armas, donde un remolino de cenizas, y los restos desperdigados de lo que parecía un ejército fantasma, recordaban lo que allí sucedió.
Un año más el Club de Tiro con Arco de Villena devolvió La Atalaya a los tiempos del medievo.
Las telas desplegadas bailaban una danza ancestral en la que hombres, caballos, y flechas, estuvieron unidos a una misma causa: defender su libertad. Sujetó fuertemente su arco, extrajo una flecha de su carcaj, y con los ojos cerrados se deleitó en su dulce vuelo… Escuchó su cantó y abrió los ojos. La flecha estaba clavada justo en una hendidura de la pared del muro más alejado. Se acercó, y al intentar extraerla, el muro se descorrió, para dejar a la vista una escalera de caracol que parecía penetrar en las entrañas del castillo. Sin pensarlo dos veces se dispuso a bajar por ellas…

“Debes buscar al que viene del otro lado. Juntos dominaréis a la que canta sin voz, y vuela sin alas. Sólo la que tiene los ojos profundos podrá guiaros. Eso es todo lo que puedo decirte”. Y cerrando los ojos, la vieja bruja se quedó quieta para convertirse en polvo cuando el muchacho quiso saber más y la zarandeó. ¿Qué podía hacer él, un humilde campesino, ante el temible ejército que se aproximaba al castillo? Dicen que nada quedaba tras su paso, ni hombres, ni caballos, ni mujeres, ni niños, ni cosechas, ni casas…

De repente escuchó un ruido que venía de uno de los lados de la muralla. Un extraño hombre surgió de entre las piedras y se quedó allí, delante de él, mirándole fijamente y sin saber qué hacer. Su primer instinto fue el de defenderse, pero todavía pudo más su curiosidad y cauto, aunque en alerta, se dirigió hacia el recién llegado. Llevaba un extraño artilugio de extremos recurvados en la mano, y unos palitos con plumas colgados de un saco en la espalda. Todavía quedó más perplejo cuando el individuo sacó una de aquellas cosas y la lanzó por el aire. El chico escuchó su siseante voz, y la vio clavarse tras él en la puerta que estaba a sus espaldas.
Durante los dos días del Mercado Medieval 2008 realizó exhibiciones de tiro con arco en el patio de armas del castillo.
Ahí estaban los dos, el que venía de otro mundo y la que cantaba sin voz y volaba sin alas. El extranjero le enseñó y pronto aprendió el arte del arco y las flechas. Fabricaron miles y enseñaron a los habitantes de la comarca a utilizarlos. Mientras, el ejército enemigo iba ganando terreno. En un par de semanas se plantaría ante los muros de la Atalaya. Ya podían ver el polvo que levantaba la caballería al aproximarse a la ciudad, e incluso escuchaban por la noche el clamor de sus tambores anunciando la guerra.

Los niños lloraban, las mujeres rezaban… Los hombres no dormían. Las antorchas relucían y elevaban al cielo sus deseos. Una noche vieron acercarse un jinete a caballo. Parecía herido y apenas se mantenía sobre la grupa. Abrieron las puertas y le dejaron entrar. Era ella, la de los ojos profundos. Resultó ser la hija del señor del castillo, secuestrada de niña por el terrible asediador. Ella conocía todos los secretos de las murallas, sus pasadizos, que como arterias de un gran cuerpo de piedra comunicaban al gigante con el exterior, a través de la tierra. Cuando el enemigo hubo acampado cerca de las murallas, la de los ojos profundos guió a su ejército por la entrañas de las torres hasta el campamento. Las flechas volaron envueltas en fuego, y una a una iban alcanzando certeras su objetivo. Pronto el ejército enemigo se vio envuelto en una densa humareda. Los soldados salían de las tiendas envueltos en llamas. Se escucharon gritos de asombro y de rabia. Vieron como su jefe escapaba montado en su caballo. Muchos huyeron y los que quedaron suplicaban clemencia. La noche fue larga, pero al amanecer todo había terminado. De momento…

Nuevamente, y con un poco de imaginación, hemos revivido, durante un par de días aquella dura época de hechizos y batallas, en la que hombres y mujeres vivían solo para vivir. Visitantes y habitantes de Villena hemos disfrutado por el simple hecho de disfrutar, de la magia de viajar en el tiempo, en nuestras calles y en nuestro castillo. Los miembros del Club de Tiro con Arco de Villena, han estado encantados de enseñar a los más atrevidos un poquito de su arte, colaborando y disfrutando de este “Mercado Medieval” que nos regalan cada año los vecinos del barrio del Rabal.
Componentes del club ataviados a la antigua usanza.

Por: Lola Gil (aprendiz de arquera)

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